miércoles, 30 de noviembre de 2011

30/11/11 FIN DE SEMESTRE

Hoy es el último día del penúltimo mes que estaré en México. El semestre terminó, y ya solo queda tiempo para acabar trabajos finales y prepararnos para los exámenes (lo otro que hemos venido a hacer aquí).
Tianguis de libros UNAM

El jueves pasado me despedí de Enrique Alberto Flores Esquivel, mi profesor de Literatura Mexicana I (novohispana). Pese a empezar quince días más tarde por aquel solapamiento de horarios, no hizo falta utilizar la semana de reposición para recuperar clases atrasadas. Acabamos con la lectura de “Crítica de la pirámide” de Posdata de Octavio Paz, un libro en el que se plasma muy bien el contraste entre el México actual y su historia. Seguidamente me acerqué al tianguis (mercado) de libros de la UNAM, junto a la Biblioteca Central. Allí compré unas cuantas láminas de motivos prehispánicos hechas a mano con arena de mármol. El chico las manufactura para el Museo de Antropología (donde todavía tengo que ir), el precio era de 70 pesos (4,20 euros) en el museo y 50 (3 euros) en el mercado. Finalmente, como su obra iba a cruzar el charco y me iba a llevar bastantes, me las dejó a 35 pesos (2,10 euros). Aquí les dejo el correo de este artista por si alguien visita México: aldoavonza162@hotmail.com. Pienso que es el regalo perfecto: artesanal, económico y fácil de transportar junto a la computadora. Mientras me hacía con unos libritos “de a 10 pesos (60 céntimos)” de Frida Kahlo, Gandhi, náhuatl, mitología maya y azteca… en este mismo espacio, un compañero de la clase siguiente me recomendó la novela más triste que leería jamás: Clemencia, del mexicano Ignacio Manuel Altamirano. Al final de la que se suponía que era la última clase de Literatura Española Medieval, le dejé el libro de Naranja dulce, limón partido a mi profesora María Teresa Miaja de la Peña para que se lo dedique a mi sobrino Héctor, pues ella es la que la que coordinó este tipo de refranes y canciones populares mexicanas. Por la tarde fui al Cenote Azul, el hostal donde dormí en México al principio de llegar (http://www.elcenoteazul.com/cenote_azul.html). Esta vez no dormí, estuve con una amiga mientras esperaba a mis cuates de Colombia, País Vasco, México, Argentina, Francia… Queríamos reunirnos para organizar los viajes tras acabar los exámenes. Aunque yo termino el 13 de diciembre mi último examen y regreso a España el 19, me gustó escuchar los destinos de estos: Cancún, Playa del Carmen, Chiapas, San Luis Potosí, Cuba, Guatemala, Honduras… Sin duda es una muy buena oportunidad, estando en este céntrico país, para conocer zonas que desde la península sería impensable o mucho más caro. Yo aún no tengo claro qué haré, seguramente me quede en el distrito conociendo todos los rincones que todavía desconozco y me llaman la atención (Museo de Antropología, Monumento a la Revolución, Museo de El Chopo, Palacio de Bellas Artes, Museo de Diego Rivera, Museo de León Trotsky, Estadio Azteca, Castillo de Chapultepec, MUAC, Universum…). Otra opción es visitar zonas menos lejanas como San Luis Potosí, Chiapas, Taxco (donde quiero comprar plata barata), Querétaro, Toluca, Veracruz… Hay tantas cosas que hacer y ver en México que necesitarías tres vidas para disfrutar de todo.

Pozole casero en "La gaseosa", es mucho más apetitoso de lo que parece
El viernes fue un día temido por muchos, yo entre ellos. Nos daban las criticadas notas de los exámenes de Filología Hispánica I. Saqué un 7. Parecerá que no está tan mal, pero en México 6 es la nota mínima para aprobar, 5 suspenso (o reprobado, como dicen aquí) y la mía es una nota que deja mucho que desear. Espero mejorar en el examen final, pues tengo la suerte de que no hace promedio, si saco un 10 me quedo con él (lo mismo ocurre con el 5). Después de despedirme de la profesora (con la que he aprendido muchísimo) y de que esta me firmara el Diccionario de Mexicanismos que compré la tarde anterior en Fondo de Cultura por 420 pesos (unos 25 euros según lo devaluado que está actualmente el peso mexicano) ─40 pesos (2,40 euros) menos que en la adosada Gandhi─, me acerqué al CELE (Centro de Estudiantes de Lenguas Extranjeras) para examinarme oralmente de francés. Esta prueba sí que me salió bastante bien. Había terminado el semestre oficialmente. Así que fuimos a la gaseosa (la popular y acogedora morada de mis cuates madrileños) para que una amiga mexicana (la que nos recibió en Oaxaca meses atrás) nos enseñar a hacer pozole (uno de los platillos típicos mexicanos). ─La comida en México es variada y rica. Esta gente no solo come burritos (como parece desde Europa por las múltiples cantinas mexicanas). Al llegar aquí conoces realmente porqué es una de las mejores gastronomías del mundo─. La preparación de este guiso, a priori, parecía sencilla: hervir agua en una olla grande (para unas 10-12 personas) con aceite sal y ajo; seguidamente se añade el maíz pozolero, cebolla picada, carne de res entera (con hueso y todo, para que dé sabor), y chile seco triturado. Hay que tapar el recipiente una vez que se retira la grasilla que suelta la cocción. A los 20 minutos se extrae la carne para desmigajarla y deshuesarla. De este modo se puede comer con tortillas secas y guacamole muy cómodamente. Sin duda, Potzollcalli (la franquicia de pozole más común de México, donde lo probé por primera vez), debería aprender de mi amiga. Le quedó buenísimo. Por la tarde se celebraba la tradicional y censurada fiesta de fin de semestre en la Facultad de Ciencias Políticas (la más alejada de Ciudad Universitaria). Por los problemas y la multitud de estudiantes y no estudiantes que aquí se acercaban debió suspenderse. Se rumoreaba que la hacían cerca del Estadio Azteca, pero creo que también se canceló.

Pastor del Señor Taco (nótese la semejanza con el kebap y los adornos
navideños que inundan cada rincón de la Ciudad de México)
Fruto de esto último, el sábado madrugué para ir al mercado del Eje 10 (teniendo en cuenta que las decenas entran en mi consideración de este verbo). Aquí compré una boina por 40 pesos (2,40 euros) ─para el frió que ha empezado a hacer esta semana─ y rompope ─licor de café y vainilla típico de Veracruz─. Hablando de esta costa este, comí con mis compañeros de departamento en el Señor Taco de Insurgentes. Mi carnal Lucero regresaba a Granada hoy miércoles, por lo que la despedimos entre frijoles charros ("las lentejas mexicanas": caldo de frijoles ─alubias─ muy grandes y oscuros, tocino, chorizo y chile), sopas aztecas (mi favorita), tacos de pastor y cecina. Por 500 pesos (30 euros) comimos, bebimos y degustamos como postre unas milhojas (acabo de entender la composición de tal palabra mientras la escribía, pienso que por primera vez en mi vida), nada comparables a las de la Pastelería Francesa de mi pueblo. Saliendo de esta abarrotada taquería, nos acercamos al comercio de enfrente y del que estuvimos hablando mientras comíamos junto a la ventana. Se trataba de una licorería llamada Cata de Vinos donde primaban los chilenos Cabernet Sauvignon y los Rioja, Tempranillo, Somosierra, Rueda de España. Al ser sábado había una enorme paella de marisco en el mostador. La ración de 10 kilogramos valía 180 pesos (10,80 euros), y te regalaban una botella de vino blanco. Platicando con la dependienta, supe que el chef era asturiano y que estaban buscando a alguien que preparar tortillas de patata. Yo me ofrecí, pero como solo me quedan tres semanas acá… ni modo.

El domingo me refugié en casa del frío del fin de semana, y que todavía hoy miércoles perdura (con temperaturas de 2 y 3 grados). Tenía que hacer el trabajo sobre los epítetos del Cid, tema aconsejado por mi filóloga madrileña. “El Cid” es el apodo que recibo de Daniel, el mexicano que viene los miércoles junto con Tere y la pequeña Dulce Estefanía a poner en orden el departamento. Este fue el que con sus programas informáticos impidió que mi computadora continuara apagándose. Para despejarme un poco de tanto estudio, me acerqué por la tarde a la Monumental (la plaza de toros más grande del mundo). Quería comprar unas cosas para mi amigo Kike.

Antes de dormir, repasé algunos de los más de 40 dossieres de francés que José Luis nos ha ido repartiendo a lo largo de estos cuatro meses para que los alumnos nos turnáramos a la hora de sacar copias. De esta manera, por poco más de 100 pesos (6 euros) tuvimos 90 minutos diarios para aprender la lengua gala (una de las de mi cuñada).

Mi biblioteca en México (no sé cómo llevaré todo esto a España)
El examen del día siguiente fue fácil. Escribimos una carta a una supuesta amiga canadiense a la que le contábamos lo que hacíamos a lo largo de la semana. Quizá podía haber traducido una entrada de este blog. Comí en El ciruelo, una taquería de Copilco, junto a la que fue mi profesora de inglés. El menú de 50 pesos (3 euros) estaba compuesto de crema de chayote (aguacate con espinas), arroz rojo, cecina con chilaquiles (como nachos/totopos calientes) verdes (con tomate y no jitomate, que es rojo) y postre. Lo pasé muy bien platicando en este decorado restaurante, mientras un “trío de dos” tocaba; lástima que la chimenea no estuviera encendida. Al salir compré una guía de la UNAM en una de las librerías de la universidad con el propósito de conocer todo lo que me falta durante estas semanas. También me hice con Los relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia, un libro de cocina mexicana vegetariana y uno de mitología maya. Algo me sacó de onda este día: resulta que compré el día anterior el Diccionario del náhuatl en el español de México, coordinado por Carlos Montemayor, en la Librería Novo que hay junto a mi casa, en Avenida Universidad. El precio era de 200 pesos (12 euros). Pese a descontar el 10% que aplican en todos los libros, pensé que era algo caro tratándose de México y de algo usado. Sin embargo, me lo llevé; tengo curiosidad por esta lengua indígena y por el glosario de refranes y voces populares que incluye al final. Al día siguiente, en la librería de la UNAM me pareció verlo en lo alto de una estantería. No quise conslutar el precio, pues ya lo tenía en casa; no obstante lo hice y me enojé al ver los 148 pesos que marcaba. Además, era una edición corregida y aumentada, nuevo y con la credencial se quedaba en 110 (25% de descuento, en algunos libros UNAM te hacen hasta el 50%). Hoy lo compré después de cambiar el anterior por otros viejos de ese importe. ¡Aguas (cuidado)!: muchas veces resulta más económico ser estudiante UNAM que comprar en librerías de viejo.

Ayer estuvimos en la casa de unos cuates, junto a metro Lázaro Cárdenas. Era el cumpleaños de un amigo argentino (de Córdoba) y le hicimos una fiesta “sorpresa”, pues, como nos comentó, ya se lo olía. Lo pasamos muy bien comiendo y bailando, nunca a Shakira (pues los colombianos la odian). El cumpleañero marcha el viernes para Cuba por 200 euros (ida y vuelta), así que me despedí por si no lo vuelvo a ver. En este lujoso departamento vive Erica, una de las chicas junto a las que celebraré el cumpleaños el fin de semana del 9 al 11 de diciembre en Cuernavaca. El 10 es el derbi español por antonomasia (Real Madrid-Barcelona). Nunca pensé que no me fuera a importar perderme este partido.

Hoy tuve el último examen de francés, el de comprensión escrita. Se trataba de cuatro textos sobre: Les jumeaux de Céline Dion ont un prénom y los escritores Mariétou Mbaye Bileoma, Claudette Charbonneau-Tissont y Félix Molitor. El viernes nos darán las calificaciones. Saliendo por el pasillo que comunica la UNAM con metro copilco, vi numerosos carteles de actividades que conmemoraban el centenario de Cantinflas. Agarré un pesero dirección Taxqueña directo por Eje 10 y fui a casa de mi carnal. ─"Directo" quiere decir que no se andan con rodeos, que sigue la ruta más corta, pero para las veces que haga falta y en los lugares que sea necesario para recoger y dejar a los pasajeros.─ Habíamos quedado para pasarnos las fotografías de nuestra aventura. Pronto nuestros caminos se separarían y esto no podía pasar sin compartir estos inolvidables recuerdos.

Esta semana mi familia recibió algunas postales que les envié hace unos veinte días. Platiqué con mi familia francesa, la madre de mi cuñada me dio envidia después de contarme los viajes que está haciendo su hija pequeña por Chile y Brasil, pues está de intercambio en Mendoza (Argentina). Creo que estas becas son una oportunidad que nadie debería desaprovechar.

El viernes posiblemente vaya a la ópera con mi profesora de inglés. El sábado es la mítica Adrianfest, y antes nos acercaremos al zócalo, pues se inaugura la pista de patinaje sobre hielo y se enciende el tradicional árbol de navidad de más de 50 metros. El domingo da un concierto Britney Spears gratuito en el Monumento a la Revolución (http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=210303).

Los días que se avecinan están plagados de las malditas despedidas. Espero que no lo sean para siempre y algún día pueda volver a ver a toda esta gente.

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